Una cosa está clara: Es que cada vez hay más evidencias de que los beneficios asociados al cannabidiol (efecto antiinflamatorio, calmante eficaz frente al dolor, o antipsicótico, entre otros) también se pueden obtener de forma transdérmica.
De hecho, los diferentes compuestos que a menudo nos encontramos en las cremas y pomadas de CBD favorecen su mejor absorción por la piel. Lo que unido a las características que tiene este órgano (el más grande de nuestro cuerpo) hacen que sean especialmente interesantes desde un punto de vista dermatológico.
Además, su efecto es local y a pesar de que el cannabidiol se absorbe por la piel, este no llega a nuestra sangre y, por tanto, tampoco alcanza al sistema nervioso central. Si a eso le sumamos que el CBD no tiene un efecto psicotrópico ni psicoactivo (a diferencia del THC, otro de los compuestos más importantes del cannabis) y que su aplicación está limitada a una zona o zonas concretas de nuestro cuerpo, estos productos se muestran como una opción muy interesante para aquellas personas que estén tomando otro tipo de tratamientos de forma simultánea. Incluso si esos tratamientos son también a base de cannabidiol.
Recordemos que los cannabinoides tienen una toxicidad muy baja para nuestro cuerpo, lo que favorece que apenas haya efectos secundarios (a diferencia de lo que ocurre con la mayoría de los medicamentos) o que estos sean muy leves y no supongan un riesgo para nosotros.
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